jueves, 29 de marzo de 2012

MOTIVACIÓN

Siempre me ha gustado escribir, y más aún divagar… y después de unos días ciertamente complicados, especialmente de curro, pues he conseguido relajarme aporreando las teclas de mi portátil…
Como principal instigador de esta pequeña gran locura que el 16 de junio superaremos (sí, superaremos, no me cabe duda alguna) me ha dado por pensar en la motivación. La que nos ha llevado a organizar todo este follón, que cada día crece y crece sin parar, y la que nos hará falta para alcanzar la maravillosa plaza del Obradoiro… Pero vayamos por partes…
El verano pasado comencé el Camino de Santiago en Roncesvalles con el tiempo muy justo a causa de mis reducidas vacaciones pero conseguí seguir el exigente planning que me había planteado. Barri, otro de los participantes del reto que aún no se ha presentado en el blog (anda que ya te vael!!) se unió en la riojana localidad de Santo Domingo de la Calzada y también superó, y con nota, mi duro planteamiento. Pues bien, la idea inicial era hacer Palas de Rei-Arzúa (30km) y Arzúa-Santiago (39-40Km), pero poco antes de llegar a la que debía ser nuestra meta la idea de llegar a Santiago aquella misma jornada comenzó a planear por nuestras cabezas… Íbamos en compañía de cuatro buenos amigos que el viaje nos había regalado, y comenzamos a debatir… Hasta que todos escuchamos una frase “mágica”: ¿A que no hay huevos de cenar esta noche en Santiago? Mi respuesta fue estrecharle la mano a David, quien la había formulado,  ante la alegría de Barri (que estaba desenado hacer una etapa larga), el estupor de Migue (amigo y compañero de David, de quien no se separaría), la incredulidad de Eva y el asombro de Manolo (un hombre de Bilbao que dijo que si unos chavalitos del sur como nosotros nos atrevíamos, un bilbaíno no podría ser menos…jajaja). Y así fue como todos cogimos el toro por los cuernos y nos aventuramos…
La verdad es que caminar 70km fue realmente duro, aunque nos es menos cierto que sufrimos dos parones de más de 1 hora que no ayudaron precisamente. Pero la sensación de entrar en Compostela de noche es algo indescriptible: la magia de la ciudad, la cara de sorpresa de la gente al vernos llegar cerca de la media noche… y alcanzar la meta después de tanto esfuerzo… De mis siete Caminos, me atrevería a decir que fue la más especial, sin desmerecer las demás pues todos tienen su cosita…
Al día siguiente, en la Oficina del Peregrino nos informaron de que nadie (o al menos ellos no lo recordaban) había hecho semejante burrada, que era una etapa más para bicigrinos (como me gusta llamar a los peregrinos que van en bici) que para caminantes… y entre risas alguien nombró el número estrella de este reto: CIEN. Y así fue como la semillita de todo esto entró en mi cabeza, y en la de Barri como posteriormente comprobaría.
Pasaron algunos meses y la idea comenzó a germinar en mi cabeza. Para mi sorpresa algunos de mis amigos no dudaron ni un segundo en unirse. Primero Barri, a quien aprece que pasarse las horas pateando le encanta, posteriormente David, Juan… y así hasta llegar a ser los que comenzamos a organizar esto. En este punto surgió la idea de aprovechar nuestra “hazaña” para un fin social y así fue como nuestra ruta se cruzó con la Asociación Andaluza de Fibrosis Quística…
Pero bueno, ¿por qué someter a nuestro cuerpo a esta paliza? Está claro que hacerlo por una buena causa motiva, y mucho, pero no creo que sea la razón principal. Palabras como “reto personal” son muy utilizadas, y me inclino más por esta idea…
Personalmente, esto supone un importante reto a muchos niveles. Para mí el Camino tiene un fuerte significado, siempre lo he visto como un remanso de paz en que consigo evadirme de todo. “Machar el cuerpo para relajar la mente” es una frase que siempre me ha gustado utilizar. Y en cierta forma afrontar este reto allí supone un incentivo más. En Junio me llegaron a  decir que me olvidara de correr, montar en bici y jugar el fútbol por un dolor en la rodilla… y acabé haciendo el Camino tal y como ya he relatado. Así que regresar allí y recorrer 100km es fijar mis límites un poquito más allá. Y creo que es aquí donde está el quid de la cuestión… Mi principal motivación no es otra que superar mis límites. Cada vez intento correr más rápido, ahora también me preparo el triatlón, ya corrí una maratón, y este verano caminé 70km… Ahora mi límite va a crecer 30km más!! Como reza una frase de Theodore Roosevelt que leo cada mañana al despertar en un poster de mi habitación: "It is hard to fail, but it is worse never to have tried to succeed" (Es duro falla, pero aún peor es no haberlo intentado jamás).
Y luego está la otra motivación, la que hace falta para prepararse y, sobretodo, superar este reto. No hay ninguna duda que recorrer los 100km planeados no va a ser algo sencillo, que supondrá un enorme esfuerzo físico, pero mi experiencia con los 70km me hace pensar que a nivel psicológico será aún más exigente. En algún momento de la ruta, o en varios, la cabeza comenzará a plantearse qué demonios hacemos allí, por qué llevamos tantísimas horas caminando, por qué todavía falta tanto hasta que le demos un respiro… y ahí es donde la motivación debe doblegar al desánimo y la desgana. Será una lucha personal, individual, de cada uno consigo mismo. Pero embarcarse en esta locura rodeada gente tan especial será un gran apoyo en los momentos de flaqueza. Si uno tiene dudas, si alguno flaquea, nunca faltará el apoyo de otro dispuesto a hacerle más liviana esa “carga”…
Con muchos ya he alcanzado el Pórtico de la Gloria de la Catedral Jacobea, incluso en más de una ocasión, pero no tengo duda alguna que esta vez será diferente. No será el fin de un viaje de varios días y cientos de kilómetros, pero será la meta de este enorme reto que nos hemos marcado.
Sólo me queda decir una cosa:
¿QUIÉN DIJO MIEDO?

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